Publicado en el boletín mensual de junio de Alados.
Por Andrés Pedraza
Quizás por su enfoque en las complejidades sociales y su profundización en las cuestiones humanas, el documentalismo ha jugado un papel crucial en las luchas del sector audiovisual, promoviendo mejores condiciones para todos desde la resistencia, la solidaridad y la dignificación de los trabajadores.
Estamos en un momento interesante a nivel nacional, pues la lucha por los derechos laborales de los trabajadores de la cultura y la participación en políticas públicas parece posible. Esto gracias a la alineación de los anhelos y demandas populares con las apuestas del gobierno nacional y la adherencia de algunos gremios económicos a las normas internacionales. Y esto nos enfrenta al reto del miedo al cambio y a la resistencia de quienes tradicionalmente han detentado el poder y han establecido las reglas sobre cómo y cuáles manifestaciones artísticas y culturales se respaldan.
Es ahí donde es importante no solo agremiarse, sino establecer alianzas y redes con las demás organizaciones para avanzar de manera estratégica para solucionar las necesidades del sector. La creación y el aporte en las diferentes mesas de trabajo audiovisual, la unificación de todos los sindicatos, la representación y participación en los consejos y asambleas, y el trabajo colaborativo dentro de las diferentes apuestas organizativas son la mejor manera de cambiar nuestro presente, fortaleciendo la presencia y participación del gremio en el ámbito político.
Esto no solo asegura que las políticas gubernamentales y legislativas reflejen las necesidades del sector, sino que también promueve un diálogo continuo con las entidades, facilitando la implementación de mejores prácticas. Pero siempre desde la participación activa y el interés de las organizaciones por estar pendientes de los avatares políticos. Este proceso de mejora continua asegura que la organización se mantenga relevante y adaptada a los cambios del entorno político y social.
Que una organización participe en diferentes espacios de interlocución, como es el caso de los sindicatos, también supone varios riesgos, como la dificultad de unificación de criterios y poder cobijar la diversidad de opiniones al tomar una decisión. Además, existe el peligro de ser cooptados o instrumentalizados por poderes superiores. Riesgos y peligros propios de la democracia, que deben ser afrontados con el monitoreo permanente, la denuncia y la resistencia, pero jamás con el silencio o el desistimiento a participar y alzar nuestras voces y pensar y repensar nuestra identidad.
Nuestra corporación ha sido históricamente un ejemplo de organización, pues con nuestros 26 años de existencia, somos un referente nacional y, en mi opinión, estamos llamados a participar y liderar estos procesos.