Por Diego García – Moreno
Dos meses antes de terminar el siglo XX, Ricardo Restrepo, Oscar Campo y yo fuimos invitados por Hubert Le Forestier, el agregado audiovisual para los países andinos de la Embajada de Francia, a participar por Colombia en un taller latinoamericano de producción documental en Quito. Fue así como en la primera semana de noviembre nos sumamos a las delegaciones provenientes de Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil, Ecuador, Venezuela y El Salvador. Nuestros anfitriones en la alianza Francesa eran comisión editors y productores de las cadenas francesas Arte, Antenne 2, Fr3 y Planète. La iniciativa provenía del país que en ese momento lideraba la producción y la reflexión sobre el documental en el mundo. Era evidente que su delegación traía dos propósitos: primero, ampliar el espectro de vida, creación y circulación de los documentales internacionalmente y, segundo, buscar nuevos mercados para vender sus productos. Para lograrlo, consideraban que la manera más eficaz era haciendo pedagogía y estimulando a los creadores y productores locales con miras a futuros intercambios y coproducciones. Consideraban que su experiencia a nivel de políticas de estado para el audiovisual, del conocimiento adquirido con la experimentación estética, la reflexión ética y la visión humanista consolidada en sus películas documentales en las últimas décadas -tras el desmonte de su propio estado colonial-, y los referentes de asociaciones gremiales, podrían ser útiles en países que expresaban la necesidad de narrarse a sí mismos, que daban muestras de su lucha por exponer su identidad, de liberarse de procesos de extractivismo cultural de los que hemos sido testigos, víctimas o hasta cómplices. Parecía que en el primer mundo comenzaba expandirse la necesidad de establecer relaciones más horizontales con el “tercer mundo”.
Aparte de asistir a los talleres de producción y coproducción, incluso de pitch -una palabra que apenas se estrenaba-, lo más importante de esta reunión fue el encuentro entre delegaciones latinoamericanas: dedicamos largo rato a conocernos y exponer las condiciones del documental en cada país. Rápidamente quedó claro que eran muy similares. Mucho por contar, poco dinero para producir, pocos espacios para difundir, carencias de políticas, de espacios de formación, de públicos, y una gran dispersión entre quienes nos dedicábamos al documentalismo. Solo los brasileños, que ya contaban con una ley del cine, aparecían como unos gigantes al lado nuestro; pero ni los argentinos ni los chilenos ni ninguno de los otros países podía presentar un paisaje más avanzado que el colombiano. (Tema para un futuro texto: El documental en Colombia en épocas del parto de Alados).
Fue entonces que, después de una charla con Oscar y Ricardo, el 1 de noviembre de 1999 propusimos en la plenaria de aquella informal asamblea la creación de una red de asociaciones latinoamericanas. Que nos convirtiéramos todos en propulsores de núcleos de organizaciones en cada país, y que aprovecháramos la nueva herramienta, el Internet, para mantenernos comunicados. Hoy eso suena ingenuo, pero en ese entonces no contábamos con el celular, ni el Facebook ni el Twitter y mucho menos el instagram o el tik-tok.
Acogida la propuesta, nació la sigla ALADOS: A sociación LA tinoamericana de DOcumentalistaS .Por capricho poético no la pusimos Aladocs. Nos pareció que Alados le agregaba magia, nos asignaba una función voladora. Ahí empezó la aventura. Acordamos que cada delegación, de regreso a su tierra , invitaría a sus colegas a reunirse y fundaría la asociación de su país conservando el nombre acordado.
Gracias a la juiciosa custodia de María Pía Quiroga, recuperamos las actas del encuentro de Quito y de las primeras reuniones de Alados -Colombia. En esos documentos queda en claro que tras varias reuniones preliminares en Bogotá, propulsadas por un “comité gestor”, compuesto por Ricardo Restrepo, Adelfa Martínez Gustavo Fernandez y Diego García M; y de asesorías jurídicas para la elaboración de los estatutos coordinadas por Nubia Cubillos, el 27 de marzo de 2000 en reunión tenida a cabo en La casa del cine (sede de la Dirección de Cinematografía y de Pro-imágenes) aprobamos la creación de Alados-Colombia .
De acuerdo al cuadro inserto en el documento de estatutos del 10 de junio de 2000 la composición de la primera Junta Directiva fue la siguiente:
Presidente: Ricardo Restrepo Hernández,
Secretario: Diego García Moreno
Tesorera: Nubia Estella Cubillos
Coordinadores de proyectos: Oscar Campo Hurtado (Cali), Gustavo Fernández, María Pía Quiroga y Juan Guillermo Arredondo (Medellín)
El siguiente listado del 3 de noviembre de 2000 muestra los afiliados al término del primer año de labores, ya fuera porque pagaron su cuota o fueran exonerados por razones honorarias o de colaboración al proyecto.
Miembros que pagaron: Clara Riascos, Jacques Marchal, Florangela Devia, Carlos Congote, Diego García, Jaime Osorio, Adelfa Martinez, Ricardo Restrepo, Diana Camargo, Mauricio Vidal, Pía Quiroga, Luis Ospina, Anne Baudry, Catalina Villar, Oscar Campo.
Miembros que no pagan: Marta Rodríguez (socia honoraria), Augusto Bernal y María Consuelo Montero (habían puesto la sede de Black María a disposición de Alados), Ximena López (asistente del agregado audiovisual de Francia que colaboró para gestionar fondos).
Hay otra categoría donde se mencionan posibles interesados. Entre ellos aparece Pablo Mora, quien se vinculó y ha sido miembro activo desde entonces. Los demás no los agrego a este listado pues no se incorporaron a la Corporación.
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El 27 de marzo de 2025, ALADOS-Colombia celebrará sus 25 años.
Coda: Cabe anotar que la delegación que representó a Colombia en el encuentro de Quito cumplió con lo allí propuesto. En los otros países nacieron asociaciones de documentalistas pero la denominación Alados no fue utilizada. Considero que el ideal de una asociación, o red latinoamericana de asociaciones, es todavía un objetivo pendiente.