“Fundamental será seguir promoviendo como sector la observación de las dinámicas de los públicos así como de otras formas de circular”
Este texto fue publicado en el boletín mensual de Alados del mes de julio 2023
En mis primeros días como directora de la Cinemateca La Tertulia empecé a vivir algo muy fuerte. Yo venía de producir películas y alcanzar modestas cifras de espectadores de películas autorales y alejadas de dinámicas comerciales en sus lenguajes y formas de difusión. Ahora, día a día yo tenía que hacer el reporte a Cadbox, tenía que ir a mirar lo que es en sí la venta de boletería en cada función. Aquí aparecieron para mi otras variables. Ya había muchas ganancias cuando tenías tu película y era presentada en festivales y llegaba a una sala de cine. Pero estar de esta posición me hizo ver el bosque completo y agradezco mucho poder haber llegado a este lugar para comprender otros problemas que no me pensé cuando estaba en los empeños de sacar adelante una historia, un rodaje, un estreno.
En la etapa de circulación del cine, donde las leyes del mercado predominan, mantenerse a flote como exhibidor y distribuidor es igualmente una tarea titánica. Es una labor llena de incertidumbres porque nunca sabes cómo va a responder el público hasta que estás ahí minutos antes de la función. El pavor de ver una sala de 240 sillas con 20 espectadores fue muchas veces la constante en La Tertulia; claro que también hubo muchas veces que la vi a reventar y celebrando el cine con otras formas de darle sentido a la experiencia de ver cine, que es realmente nuestra misión.
La marcada concentración del mercado cinematográfico en la oferta de Hollywood, los blockbuster, las sagas, los géneros taquilleros, las crispetas, etc., hace que la vida de las películas nacionales sea más corta. La rentabilidad toma mucha fuerza porque tienes cuentas por pagar para mantener una infraestructura, para tener las mejores condiciones de proyección, y las cuentas a veces no dan, en el balance solemos estar en pérdida, y en el caso de La Tertulia hay una institución cultural que la respalda, pero vimos cerrar salas como la de Tonalá en pandemia y recientemente Cinema Paraíso. A muchos nos dolió porque espacios como estos son el edén de nuestras películas.
Aprendí en este camino de ser programadora de cine que no hay cómo competir con todo el ecosistema que conforma el mercado, no porque no sea posible, sino porque debemos reconocer nuestra precariedad en términos económicos y de falta de leyes de fomento más robustas para esta etapa. Para no morir en el intento, no frustrarnos y más vale, es imperativo entender el tamaño de nuestras formas de circulación, hay que desafiar las cifras. En mi labor de reportera de cifras al Cadbox, me tenía que anestesiar para no perder de vista el horizonte, ser y resistir para nuestra cinematografía, ser resiliente, y hacerle justicia a las películas manteniendo un espacio como la Tertulia contra viento y marea, donde ellas puedan existir a pesar de las demandas del mercado.
Fundamental será seguir promoviendo como sector la observación de las dinámicas de los públicos así como de otras formas de circular. Metodologías como la de la distribución de impacto son luz en el camino, porque invita a darle sentido a las películas más allá de las lógicas taquilleras, sin perder de vista la sostenibilidad del proceso de exhibición que es distinto al de la rentabilidad. Imaginarse y crear otras ganancias, gestar otros valores, y por qué no sistemas de medición híbridos, donde no estén solo los reportes de recaudo/espectadores sino que se tengan en cuenta otros espectadores que también existen. De alguna manera, dar atención a las acciones que hacen los festivales ya que en estos eventos -que suman más de 100 en todo el país- las películas cobran vida, llegan a nuevos públicos, principalmente por fuera de las ciudades capitales, es decir, en las regiones, donde hay unas brechas en cuanto al acceso y la circulación del cine nacional. Hay fugas de datos que podrían expandir estas mediciones.
Hemos visto también nacer en los últimos cinco años empresas distribuidoras que están cuidando de las películas nacionales en las diferentes ventanas como Distrito Pacífico, Agencia DocCo, Casa Kino&Graph, Bruma Cine, Fuego Inextinguible Cine, Danta Cine, entre otras. Debemos celebrarles porque están logrando acumular experiencia en las estrategias de promoción, tan vitales y necesarias para el mercadeo de las películas y sus gestores. Una cosa es hacer una película y otra venderla, ponerla en el boca a boca de los públicos. La complejidad de la circulación es mucho más honda y amerita seguir reflexionando sobre lo aquí enunciado, así como sobre los consumos culturales, la formación de públicos, las relaciones afectivas (o no) con nuestras historias…. Hay tela para cortar para seguir desafiándonos en esta misión de hacer ver lo que hemos contado