Andrea Echeverri en nuestra memoria

¡NO! ¿Qué es ésto? ¿Andrea, Te fuiste? ¡Qué tristeza! Tomás, Diego, cuánto lo sentimos. Este giro en el relato suena absurdo. Tú que decías “El cine es mi motor, y la literatura, mi norte”. Entonces ¿no volveremos a jugar a cuál es la película más triste? ¿O será que decidiste incluirte en una escena? Jaime ¿Tú entiendes? Abrazo, maestro.

No va a ser fácil acostumbrarnos a tu ausencia. La noticia de tu inesperado adiós llega en medio de un período de desconcierto. Es como si la palabra pandemia rompiera sus muros biológicos de contención y se convirtiera en pandemia política, pandemia social, pandemia mental y atacara nuestra cotidianidad. Cuando lanzábamos un grito de horror por las recientes noticias que dan cuenta de una reforma tributaria que el gobierno colombiano lanza y arremete contra la estabilidad del cine Colombiano, ese cine que tanto amabas, sobre el que reflexionabas y escribías, el que compartías con tus alumnos y siempre estaba a flor de boca en todos tus encuentros, nos llega esta desoladora noticia de tu partida… y el grito colectivo del desconcierto se amplifica y modula con el gesto del dolor, de la rabia, de saber que un ser amado, nuestra colega y querida cómplice de tantas luchas, ha partido.
Los adioses proponen repasar los caminos recorridos, las huellas impresas en los ojos, en la piel, en la tierra, en el papel, en la sangre viva que te sobrevive e inexorablemente continuará tu legado.

Querida, no cesaremos en aceptar tus propuestas de jugar con el cine. Cuando tengamos deseos de conversar contigo buscaremos tus escritos y nos enfrascaremos en risas, admiraciones y discusiones.

Andrea, donde estés, gracias. No podremos borrar de nuestra memoria tu sonrisa.

Para la familia de Andrea Echeverri un gran abrazo.
Alados