Cine Latinoamericano y Festivales Internacionales

Por Jacobo del Castillo, miembro de Alados.

Entre los ensayos publicados en la página cinéfila “Con los ojos abiertos” Roger Koza, crítico de cine (La voz del interior, Revista Ñ, TVP, Canal 10) y programador (Filmfest Hamburg-DocBuenos Aires-FICIC-Viennale) escribe un ensayo que titula: Los planos sin visa (o lo que ellos quieren y nosotros aceptamos) a propósito del cine latinoamericano y los festivales internacionales de cine. Sobre este texto el #alado Jacobo del Castillo opina. http://www.conlosojosabiertos.com/los-planos-sin-visa-o-lo-que-ellos-quieren-y-nosotros-aceptamos/

Texto publicado en el boletín mensual de Alados

A propósito de textos recientemente publicados por los críticos Roger Kosa, y Victor Guimaraes, que nos reclaman por la pasividad que asumimos en torno a la aceptación de un “deber ser del cine latinoamericano” exigido por comisarios y programadores europeos como requisito para acceder a las grandes ventanas de exhibición y que como realizadorxs decidimos dócilmente incorporar, vale la pena asumir una mirada autocrítica y re-politizar nuestro oficio, desde nuestras relaciones y prácticas de producción, hasta la imaginación y puesta en marcha de otras redes de distribución y espacios de exhibición que contribuyan a fisurar aquellas representaciones dóciles y bien pensantes de “lo latinoamericano”.

Desde hace 20 años Ivana Bentes ya alertaba sobre un preocupante desplazamiento en los cines de la región, al transitar de la estética del hambre a una cosmética del hambre. Un proceso de despolitización en el que cineastas y realizadorxs olvidamos el llamado subversivo de Glauber Rocha por imaginar lenguajes que rompan con la violencia paternalista y folclórica de nuestras imágenes y representaciones propias, al preferir aceptar, no sin cierto dócil servilismo, limitarnos a la producción de composiciones bellas; imágenes estables y descontextualizadas que “glamorizan” el hambre y la pobreza.

Pero el problema con el requerimiento cada vez más recurrente de películas, imágenes y representaciones que cuenten con el sello de calidad y el visado que otorgan los comisarios de los festivales y la industria del norte global, reside sobre todo en nosotrxs, que en una legítima aspiración por profesionalizarnos y labrar un camino menos precario dentro del medio, aceptamos acríticamente jugar dentro del portafolio de contenidos de lo que se espera del cine latinoamericano.

Por supuesto, esto no es un llamado a sustituir un deber del cine por otro; es más bien una invitación a transgredir los límites de lo esperado; a arriesgarse por la creación de películas más imperfectas y menos normadas que sigan en la disputa y búsqueda de lenguajes e identidades propias.