Jorge Caballero
Documentalista – Investigador
GusanoFilms / Artefacto
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La industria cinematográfica mundial vivió un periodo de crecimiento sostenido en recaudación y asistencia hasta 2019. Sin embargo, con la llegada de la pandemia en 2020, los cierres obligatorios de salas derivaron en un declive significativo. A pesar de los esfuerzos por retornar a la normalidad, los datos disponibles hasta 2023 indican apenas una recuperación parcial, lo que sugiere una posible transformación estructural en los hábitos de consumo y en la distribución del mercado hacia plataformas de streaming y otros formatos digitales.
En el caso de Colombia, el número de producciones estrenadas ha aumentado, pero la asistencia en salas no ha mantenido el mismo ritmo. Esta brecha alimenta frases como “a la gente no le gusta el cine colombiano”, “nuestros temas no conectan con el público” o “se hacen muchas películas y nadie las ve”. Sin embargo, la mayor parte de las cifras que circulan provienen de los circuitos de taquilla comercial; los festivales, cineclubes, muestras comunitarias, televisiones públicas y plataformas digitales, entre otros espacios, suelen quedar fuera de los registros oficiales. En consecuencia, carecemos de un sistema de medición que abarque de forma realista la amplitud de audiencias que sí consumen contenidos nacionales.
Por otro lado, es innegable que las nuevas generaciones, y buena parte de la audiencia en general, han diversificado su manera de acceder a películas. El crecimiento de servicios de streaming, el uso intensivo de redes sociales y las múltiples pantallas personales han impactado la forma de “ir al cine”, relegando en algunos casos la experiencia de sala a un plano secundario o esporádico. Eso abre preguntas sobre cuál es hoy el rol del cine en un entorno saturado de contenidos y cómo encajan los documentales y las producciones locales en este universo de consumo inmediato.
¿Es suficiente diseñar programas de apreciación cinematográfica o incentivar talleres en colegios y universidades? La formación puede ser un primer paso para acercar a la gente a la riqueza del cine nacional, pero vale la pena preguntarse qué significado adquiere hoy “formar públicos”. ¿Se aspira únicamente a incrementar la asistencia en salas o, más bien, a promover la reflexión crítica, el diálogo y la apropiación cultural? Otros sectores como la música o la literatura también han explorado vías para acercarse a sus audiencias, dejando entrever que el acceso puntual no siempre es suficiente y que los esfuerzos de formación podrían articularse con estrategias de promoción y exhibición, tomando en cuenta la variedad de intereses y realidades territoriales.
Aun así, hay quienes creen que la brecha entre la oferta y la demanda es real y que nuestras producciones no logran conectar con una amplia base de espectadores. Otros plantean que la dependencia de un único modelo de distribución y la falta de métricas más amplias —capaces de valorar la incidencia cultural y social de cada obra— distorsionan la lectura del fenómeno.
Ante este panorama, surgen varias líneas de acción posibles:
- Revisar y ampliar las mediciones de audiencia, incluyendo festivales, circuitos alternativos y plataformas.
- Repensar la formación de públicos para que trascienda el objetivo de “llenar butacas” y se oriente a generar vínculos significativos con el cine local.
- Fortalecer la distribución multicanal, valorando tanto la sala tradicional como otras vías: emisoras públicas, streaming y proyecciones comunitarias.
- Explorar criterios alternativos de éxito, más allá de las cifras de taquilla o la participación en festivales internacionales.
El reto, en suma, exige cuestionar cómo interactúa el cine con las dinámicas de un público en permanente transformación. Quizá el debate de fondo no sea si “los colombianos no quieren ver” sus propias historias, sino si el sector —en su diversidad de creadores, distribuidores y exhibidores— está dialogando con la manera en que las audiencias hoy eligen, entienden y comparten el cine. Asumir ese desafío con apertura e imaginación puede abrir nuevos horizontes para la creación audiovisual en Colombia.