Pedimos a Yira Plaza, directora, productora y distribuidora independiente y a Rodrigo Dimaté realizador y distribuidor independiente que escribieran sobre distribución de documentales desde sus diversas experiencias y miradas. Estos textos se publicaron en el boletín de Alados de febrero 2024
Por Yira Plaza O’Byrne. Muchos estrenos, pocas salas
El 2023 fue el año con mayor número de estrenos de películas colombianas en salas de cine de la historia, con 69 títulos en total y la mayoría de ellos (27) fueron documentales. Visto así, de manera superficial, solo habría razones para celebrar y brindar por la buena salud del cine, en especial del cine documental. Sin embargo, detrás de la cifra hay una realidad que es evidente para quienes hacemos y distribuimos cine documental : nuestro cine no tiene acceso a todas las salas existentes en el país, lo que límita el alcance y número de espectadores y por supuesto, los ingresos que logramos tener después de tantos años de trabajo. Quienes estrenamos documentales el año pasado experimentamos en varios momentos el “embotellamiento” del cine colombiano que solo tiene acceso a las 10 salas de cine independiente (con excepciones de algunas películas que logran salas comerciales). Los resultados eran de esperarse: la cifra de espectadores fue muy baja, y solo en los casos más exitosos las películas lograban sobrepasar los 2.000. Por otro lado, al ser un cine que aún no se consolida como industria, los presupuestos de promoción -que siguen dependiendo- del estímulo del de FDC, son muy bajos lo que hace aún más critico el panorama. Así las cosas, resulta urgente – y esta urgencia data ya de varios años- no solo impulsar una política pública que permita el acceso de todo el cine nacional a las más 1.200 salas que hay en el país, sino replantear la cantidad de recursos que se destina a la promoción de las películas colombianas a nivel internacional y que podrían (también) destinarse a impulsar la promoción del cine nacionl dentro del país. Resulta paradójico hablar de “cine colombiano” o cine hecho en Colombia como un sello que importa más hacia afuera y que poca resonancia tiene dentro de nuestro propio país. Mientra solucionamos este eterno problema de una política pública de acceso a pantallas, es necesario el debate sobre las condiciones y topes de espectadores que exigen los estímulos de distribución y promoción para que respondan realmente al comportamiento del cine independiente y a los esfuerzos que hacemos los distribuidores y productores de películas por narrar el país que somos. No tiene sentido que se mida con la misma vara películas que han contado con grandes apoyos económicos y que tienen acceso a salas comerciales y las películas con presupuestos más limitados que solo son exhibidas en diez salas en todo el país.
Por Rodrigo Dimaté. Muchas películas para pocas salas
Danta Cine surgió hace cinco años ante el difícil panorama de encontrar aliados que asumieran la tarea de difundir cine colombiano en salas de cine y espacios de circulación alternativa. El principal reto ha sido ampliar la exhibición en las distintas ciudades del país, ya que el número de pantallas que programan habitualmente los estrenos de cine nacional es mínimo. Si no se abren caminos para aumentar la cantidad de salas y funciones será imposible que las cifras de espectadores incrementen. Por tal motivo, consideramos problemático que, para la vigencia 2024, hayan aumentado el tope de espectadores que cada película debe registrar en salas para acceder de manera integral a los estímulos de promoción y distribución del FDC. El problema radica en que el número de estrenos va en aumento, pero los espacios dispuestos a programar cine colombiano no. Al tener pocas funciones, las estrategias de promoción se han direccionado a que cada encuentro con el público sea una experiencia significativa, pensando en actividades convergentes que impulsen procesos de diálogo y reflexión. En ese sentido, vemos contradictorio que dichos esfuerzos no se tengan en cuenta para planificar las bases de la convocatoria, que se supone es para incentivarlos. Dado el traumatismo que genera para los productores y distribuidores emergentes tener que alcanzar cifras más altas de espectadores, sentimos la necesidad de propiciar nuevos mecanismos de participación en los que se tengan en cuenta los procesos que hemos emprendido, puesto que las iniciativas de distribución independiente, al considerarse en conjunto, reúnen el porcentaje más alto del total de estrenos de cine colombiano. La discusión debe orientarse a encontrar nuevos indicadores y metas, en los que se reconozca la experiencia y el aporte de los profesionales que se han venido especializando en diseñar estrategias para fomentar encuentros entre el público y la creciente cantidad de películas realizadas en el país.